Felicitar

“La manera de dar vale más que lo que se da”

Dale Garnegie

Al destacar motivos sinceros de felicitación en los demás, uno escucha, presta atención, comprende lo que sienten, piensan y hacen las personas que lo rodean. Al incorporar el hábito de detectar todo aquello digno de reconocimiento de las personas cercanas, se permite y promueve la complicidad y el crecimiento personal; el de ambos, el de quien felicita y el de quien es felicitado.

En una expresión de felicitación se desarrolla la empatía, se evidencia la capacidad de interesarse por los demás, se sale momentánea y sinceramente de los espacios de preocupaciones y pensamientos personales para enriquecerse con las preocupaciones y pensamientos de los demás. La humildad de reconocer los méritos ajenos ayuda a aceptar los propios límites, y permite comenzar a superarlos. Cada elogio significa una historia de superación personal y de reconocimiento de esa historia y el valor para llegar hasta allí. Un elogio es una oportunidad para aprender de la otra persona; pequeños aprendizajes de pequeños e invisibles maestros cercanos se van sumando a través de elogios sinceros y la persona crece. Donde hay acciones dignas de elogio y esa felicitación se expresa, hay crecimiento personal.