Por Martina Campodónico
Hablar de integridad en la Universidad FASTA es hablar de identidad. De aquello que sostiene, incluso en silencio, los gestos cotidianos que construyen confianza. Este valor no sólo fue impulsado por las autoridades institucionales; sino porque condensa una idea fundamental: la integridad no es un requisito, es una forma de ser comunidad.
La temática fue también una oportunidad para conversar con Juan Carlos Mena, rector de la Universidad FASTA, quien desde hace años insiste en que la excelencia académica no puede desvincularse de la dimensión ética. “Para hablar de integridad académica, primero debemos hablar de integridad institucional”, afirmó con convicción. Y enseguida trazó un paralelismo: así como una persona íntegra es aquella en la que se puede confiar, una universidad íntegra es aquella que se sostiene sobre la honestidad, la veracidad y la coherencia de todos sus miembros.
“La reputación institucional está asociada al comportamiento de las personas en todos los ámbitos universitarios —explicó—. La falta de integridad de cualquier área afecta la confianza institucional y la legitimidad de los graduados.”
En sus palabras, la integridad atraviesa todos los planos: la docencia, la investigación, la extensión, la gestión. No es un concepto que se imponga desde un reglamento, sino una práctica que se cultiva y se transmite. Por eso, desde la Universidad se trabaja sobre tres pilares fundamentales: la prevención, la detección y la sanción de las faltas de integridad académica.
El rector destacó que el primer paso es siempre la prevención. No como una medida de control, sino como una estrategia de formación. “La Universidad desarrollará un proceso de concientización sobre la integridad académica y los valores que la componen: honestidad, responsabilidad, equidad, justicia y compromiso con la calidad.”
Este proceso no sólo busca evitar conductas indebidas, sino también fortalecer una cultura de transparencia. En ese camino, la Universidad ha avanzado con la implementación de herramientas específicas, como los sistemas de validación de identidad, el proctoring y los softwares antiplagio que ayudan a garantizar la veracidad en los procesos académicos.
El compromiso, sin embargo, no se agota en la tecnología. La integridad, como recuerda Juan Carlos Mena, “es un valor que se enseña, se aprende y se practica”. Por eso, la Universidad creó recientemente el Comité Institucional de Integridad Académica, encargado de coordinar las acciones destinadas a promover buenas prácticas y fortalecer la conciencia ética en toda la comunidad.
La investigación y la extensión como reflejo del mismo valor
Cuando se habla de investigación, Mena vuelve a insistir en la idea de coherencia. La integridad científica, dijo, no se limita al cumplimiento de normas: “El respeto por la propiedad intelectual, la veracidad y la objetividad de los datos son claves en el trabajo de investigación.”
También advierte sobre desafíos actuales, como las ventas de tesis o el uso indebido de la inteligencia artificial, fenómenos que ponen a prueba los límites de la honestidad académica. Frente a eso, subrayó la importancia del rol de los directores y tutores, “porque son quienes garantizan el seguimiento y la orientación ética de los procesos investigativos”.
En el caso de la extensión universitaria, donde el impacto social es directo, la integridad adopta otra dimensión: la del respeto por el otro. Los proyectos de extensión funcionan como un espacio donde los estudiantes se enfrentan a situaciones reales, con la guía de sus docentes. “Estos procesos suelen ser un anticipo de la actuación profesional”, explicó. Y agregó que, además de poner en práctica conocimientos, los estudiantes aprenden sobre la ética profesional y el sentido de servicio, valores esenciales en cualquier disciplina.
Uno de los ejemplos más claros es el trabajo que realiza la Clínica Odontológica de la Universidad FASTA, en articulación con el CEMA, a través del programa de detección temprana de cáncer bucomaxilofacial. Allí, los estudiantes no sólo ejercitan habilidades técnicas, sino también la empatía, la responsabilidad y la solidaridad, tres virtudes que también son parte de la integridad.
Una tarea compartida
En la construcción de una cultura de integridad, todos los miembros de la comunidad tienen un rol que cumplir. Pero el rector destaca especialmente el papel de los docentes. “Por su situación de poder, tienen una responsabilidad más alta”, afirmó. Su ejemplo es, muchas veces, la primera lección de ética que recibe un estudiante. “Las palabras convencen, pero los ejemplos arrastran”, dijo, recordando que el comportamiento cotidiano tiene más peso que cualquier discurso.
De los docentes se espera, entonces, ejemplaridad; de los investigadores, rigor y honestidad intelectual; y de los estudiantes, responsabilidad y compromiso con su formación. A su vez, el resto del personal universitario es parte esencial de este entramado ético, en el que la coherencia institucional se refleja también en las prácticas administrativas, sociales y de gestión.
Más allá de lo académico
“La integridad académica es un capítulo en la integridad de la vida”, afirmó el rector hacia el final de la conversación. Y en esa frase se resume la mirada institucional: la Universidad no busca sólo formar profesionales competentes, sino personas íntegras, capaces de actuar con rectitud en cualquier ámbito.
“La deshonestidad académica es propia de una persona deshonesta. Quien miente o falsea en el estudio, lo hará también en la profesión, en la política o en la vida familiar.”
Desde esta convicción, la Universidad FASTA entiende que el conocimiento carece de sentido si no está acompañado por valores. Formar en la integridad, entonces, es formar en humanidad. Porque sin ella, concluye Mena, que “aunque tengamos grandes especialistas, habremos fracasado.”
* Este artículo es parte de la edición de SEPTIEMBRE – OCTUBRE 2025 del newsletter LINKEADOS de la Facultad de Periodismo y Comunicación de la Universidad FASTA *
Linkeados, newsletter mensual de la FPyC UFASTA | Septiembre – Octubre 2025 – Año 4 – Número N° 21