Por Mayra Tachilez
En un contexto cada vez más atravesado por redes sociales, sobreinformación y exposición permanente, las instituciones educativas han enfrentado el desafío de construir una comunicación clara, empática y, sobre todo, responsable. A partir de una entrevista con la docente y escritora Gelda Godino, surgieron reflexiones urgentes sobre el papel de la comunicación institucional frente a situaciones sensibles, especialmente aquellas que involucraron hechos de violencia y adquirieron notoriedad pública.
Uno de los primeros conceptos clave que Godino destacó fue que la comunicación institucional debía ser “clara, articulada y transparente”. En muchas escuelas, esto representaba aún un déficit: faltaba trabajo en equipo, persistían dinámicas cerradas, y la comunicación fluía poco o nada entre docentes y directivos. Esto impedía construir un mensaje unificado y accesible, fundamental para acompañar a la comunidad en momentos de crisis o conflicto.
Godino subrayó que, frente a hechos de violencia, las instituciones tenían una responsabilidad absoluta. No podían callar ni minimizar. El silencio o el ocultamiento solo agravaban los problemas y generaban desconfianza tanto dentro como fuera de la escuela.
Lo necesario, en cambio, era tomar la palabra: comunicar, explicar, contener, seguir protocolos y, ante todo, cuidar a quienes estaban en el centro de la situación: los y las estudiantes.
Cuando un caso se mediatizaba, era común que las escuelas intentaran restarle importancia o directamente evitaran pronunciarse. Ese, según Godino, era uno de los errores más frecuentes. En lugar de eso, proponía otra lógica: hacerse cargo desde el primer momento.
Esto implicaba sostener una relación honesta con las familias, compartir lo que sucedía sin invadir la intimidad de las personas involucradas, y proteger la integridad institucional sin negar la realidad.
Otro punto central que abordó fue la ética comunicacional. Las instituciones debían desarrollar una retórica que permitiera informar sin exponer, dar explicaciones sin vulnerar, y trabajar en red para fortalecer los vínculos con las familias, los medios y otros actores educativos. Las escuelas no estaban solas en sus problemas, y mucho menos cuando enfrentaban situaciones críticas. En otras regiones del mundo ya se conformaban redes interinstitucionales, grupos de autoayuda entre escuelas e instancias colaborativas con representantes legales, familias y organismos especializados. Quizás ese fuera el camino: dejar de mirar los conflictos desde lo individual y empezar a abordarlos de forma colectiva y abierta.
En tiempos en que la desinformación circulaba más rápido que los hechos, construir una comunicación institucional sólida, empática y estratégica ya no era una opción: era una necesidad. Porque comunicar no era solo contar lo que pasaba. También era decidir cómo se contaba, a quién y con qué sentido.
Actualmente, Gelda Godino se desempeña como formadora de formadores en la Red Nacional de Perfeccionamiento Docente, en la provincia de Córdoba.
* Este artículo es parte de la edición de JULIO 2025 del newsletter LINKEADOS de la Facultad de Periodismo y Comunicación de la Universidad FASTA *
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