Por Camila Spoleti
Diego Izquierdo es reportero gráfico. Estudió cine, pero la realización cinematográfica cuesta mucho dinero y requiere de un equipo muy grande de personas, algo que no siempre es fácil de llevar adelante. Encontró entonces la fotografía, y descubrió que le gustaba la cuestión estática. A partir de ahí comenzó a trabajar en medios. Allí, la fotografía, enmarcada en la práctica periodística, cumple el rol de contar lo que pasa.
Hoy colabora con el diario Clarín, el español El País, y en menor medida, con la agencia francesa Agence France-Press. Ha colaborado también con el diario La Nación. Comenzó su carrera en El Atlántico, donde trabajó hasta que en 2013 el diario cerró y lo despidieron. Después de eso fue colaborador y luego empleado en la agencia estatal de noticias Télam, donde corrió la misma suerte cuando ésta fue cerrada el año pasado por decisión del gobierno nacional.
En su biografía de Instagram, Diego se define como «narrador visual”. Narrar implica siempre asumir un punto de vista: decidir qué o quién es el protagonista de la historia, elegir dónde pararse en relación a este, encarar la tarea de una forma y no de otra, seleccionar las herramientas pertinentes para tal fin.
Las fotos que hace Diego, son casi siempre protagonizadas por personas. “Para mí la vida tiene que ver con las personas”, dice. Y amplía: “La poesía, la vida, todo tiene que ver con nosotros mismos, con los seres humanos. El paisaje me encanta, voy a ver amaneceres, atardeceres, pero no hago fotos de eso. Generalmente no. O no las publico, no me interesa publicarlas. Me encanta la naturaleza, somos parte de la naturaleza, pero creo que la vida, la vida en la noción sociopolítica, tiene que ver con la gente.”
En su modo de narrar, considera fundamental la cercanía. “Para mí, para la foto hay que estar siempre cerca. Porque sino las fotos son con un lente largo, lejos. Y uno no fotografía personas, fotografía generalmente emociones: estás nervioso, estás a punto de llorar, te pasaron un montón de cosas horribles. Uno se tiene que acercar y compartir esa atmósfera” explica.
Marta Montero, madre de Lucia Perez, tras la sentencia del segundo juicio por el femicidio de su hija. Foto: Diego Izquierdo.
Cuando Diego habla de acercarse no se refiere únicamente a reducir la distancia entre el lente y la escena. Está convencido de que, para entender la historia, es necesario conversar con quienes se ven atravesados por ella. Preguntar. Escuchar. Esto mismo, cree, debería hacerse a la hora de producir el texto: “Mi enojo, cuando tuve enojo con cronistas, siempre es que no van al lugar de los hechos. Llaman por teléfono. La fuente que utilizan tiene que ver con llamar a los bomberos, llamar a la policía. En cambio las fotos siempre son con la gente. La gente a la que se le inundó la casa, la gente que volcó, la gente a la que la secuestraron, lo que sea.”
“Mardelsurf Festival 2022”, actividad por los 18 años de la escuela Mardelsurf. Foto: Diego Izquierdo.
—Esto es una escuelita de un amigo que es una escuelita de surf para nenes discapacitados. Muchos nenes tienen síndrome de down, y lo que hicieron fue surfear la ola, todos disfrazados, para que nadie supiera quién tiene discapacidad y quién no, para mostrar que éramos todos iguales.
—¿Cómo hiciste esa foto?
—Yo surfeo de toda la vida. Mi camarita tiene una cajita para meterla adentro y con eso te podés meter al agua. Me encanta meterme al agua con la cámara.
Fotografiar personas, y hacerlo de cerca, requiere muchísimo cuidado. “Hay momentos, por ejemplo, estos son familiares del ARA San Juan que están llorando a sus muertos, que no los van a ver nunca más, y vos estás ahí con la cámara de fotos. Me parece que son momentos muy íntimos. E incluso en mi elección de equipo, trato de no llamar la atención. Sos un testigo muy especial ahí «, subraya.
Familiares de los tripulantes del ARA San Juan en un homenaje a seis años de su hundimiento. Foto: Diego Izquierdo.
Mientras muchas veces pareciera que para lograr una buena foto es necesario un equipo ostentoso, Diego opta por una cámara “chiquitita”. Considera importante que la herramienta de trabajo sea discreta para no incomodar a los fotografiados, y valora positivamente que sea fácil de transportar.
En cuanto al modo de abordar el trabajo, Diego señala la diferencia entre los términos “sacar” y “hacer” fotos. La elección de una u otra palabra para referirse a la actividad no es una cuestión superficial. “Si vos vas a sacar algo a alguien, te lo ponés en la cabeza y tu cuerpo, todo, vas con miedo”, explica. “Entonces el término que usamos siempre es ‘hacer’.”
“Esta foto es de gente que busca basura en estos basurales acá en Mar del Plata. Es un basural viejo, antes de que se hiciera el nuevo. Vos estás ahí y sos súper invasivo con una cámara de fotos” ejemplifica.
Personas buscando residuos en el viejo basural de Mar del Plata. Foto: Diego Izquierdo.
“Me ha pasado un montón de veces que la gente te dice “no, no me saques fotos”. Y tenés que bajar la cámara y no hacerlo, porque es su decisión también. Pero tampoco vos vas y pedís permiso, no decís ‘¿te puedo sacar una foto?’. Te acercás de una manera respetuosa, vos ves cuál es el límite. Hay un juego ahí de situación, en el que vos te das cuenta hasta cuánto podés invadir o molestar.” Sin embargo, no todas las circunstancias son iguales: “Eso hablando de situaciones sensibles. A veces pasa que hay un político corrupto, y vos le querés hacer una foto y te ponés adelante”.
—¿Pensás en la independencia de la foto con respecto al texto? ¿O pensás siempre en el texto que la va a acompañar?
—Dos cosas me pasan con esto. Primero que tengo la suerte, no sé si lo conocés a Guillermo Villarreal, es el corresponsal de Clarín acá. Y en Télam he trabajado con Alfredo Ves Losada, que está en Radio Brisas ahora. Y son dos personas que, todo lo que te conté, son lo mismo pero con sus textos. Entonces cuando trabajás en equipo hay un diálogo. Yo muchas veces pregunto ‘che, ¿cómo va la cosa?’, y me dicen ‘vamos a contar bla, bla, bla’. Entonces vos buscás eso. O al revés: es como ‘che, mirá lo que tengo’ y él se adapta. Es como mutuo. Y a veces van completamente separadas, también. A veces la historia va por otro lado. Pasa muchas veces cuando se trabaja con datos. Porque los datos son completamente fríos, o situaciones súper frías, y tus fotos van por otro lado. Nos pasaba en Bahía. Vos mostrabas desastre, desastre, desastre, tantos desaparecidos, tantos muertos, tantas cosas rotas, no hay una historia en el texto. Pasa mucho con el periodismo duro así.
Uno de los últimos trabajos importantes que Diego hizo fue la cobertura de la inundación de Bahía Blanca, ocurrida en marzo de este año. En casos como este, en el que los datos a veces son fríos y crudos, la fotografía muchas veces cumple el rol de “humanizar” la noticia. Esto no significa exponer directamente a las personas, señala, y muestra como ejemplo la siguiente foto en la que un grupo de gente mayor duerme en la parroquia de un centro de rehabilitación para personas con consumos problemáticos, donde funcionó uno de los centros de evacuados.
Una de las sedes del centro “Hogares de Cristo”, convertida en centro de evacuados durante la inundación de Bahía Blanca en marzo de 2025. Foto: Diego Izquierdo.
“Yo no quiero decir que Juancito está ahí evacuado. Yo quiero decir que hay gente evacuada, porque era uno de los tantos lugares que había. Hay que cuidar a la gente” sentencia.
Para esto, se conjugan distintos factores de la imagen. “El encuadre y el foco son como mi sintaxis” dice Diego, quien describe su estilo como sencillo. “El mensaje para mí tiene que ser simple” opina.
La búsqueda estética, entonces, está siempre puesta en función de aquello que se quiere decir. En ocasiones, la foto pretende llamar la atención e invitar a leer la noticia. Otras veces, permite aportar algo nuevo a un texto sobre un caso en el que no ha habido avances. Lo que queda claro es que en ningún caso la foto cumple un rol accesorio, como podría llegar a parecer en tiempos como los que vivimos, en los que el uso de tecnologías para capturar imágenes es cada vez más accesible y cotidiano. El trabajo profesional construye imágenes a partir de decisiones comunicativas deliberadas.
Sin embargo, Diego tiene la sensación de que esto no es suficiente: “Hoy la fotografía no alcanza para mí. Los fotógrafos que estoy siguiendo escriben también, escriben sus propias historias. Y eso les da un nivel de independencia en su trabajo. O sea, voy con mi mochilita, mi libretita, mi camarita. Y hacen lo que ellos quieren, como ellos quieren. Y veo que les funciona.”
Menciona al español Luis de Vega como ejemplo: “Yo lo conocí en Marruecos, vivía en Marruecos, estaba re loco, era un divino. Ahí estaba aprendiendo fotografía. Y ahora hace unas fotografías recontra re buenas, y el tipo tiene una base de escritura que es buenísima. Entonces cubrió toda la guerra de Ucrania, ahora está en Israel, solito. ¿Por qué? Porque desde donde él estaba, él podía mandar sus fotos y sus textos. Los medios economizan, a él le da independencia, elige lo que quiere hacer. Y es como que completa la historia. Me parece buenísimo eso”, cuenta.
Esta tendencia, por un lado, permite mayor autonomía en el trabajo, darle una misma impronta a la unidad imagen texto. Tiene que ver, a su vez, con las condiciones laborales del presente. La relación laboral del tipo “colaboración”, en la que los medios pagan al fotógrafo por cada trabajo puntual, en vez de contratarlo como empleado, es cada vez más habitual. En este contexto, poder trabajar la noticia en su totalidad de manera independiente, para Diego, es una virtud.
* Este artículo es parte de la edición de JULIO 2025 del newsletter LINKEADOS de la Facultad de Periodismo y Comunicación de la Universidad FASTA *
Linkeados, newsletter mensual de la FPyC UFASTA | Julio 2025 – Año 4 – Número N° 19